sábado, 13 de mayo de 2017

El General Juan Picasso y Melilla

La familia descubre la placa de la calle
El llamado “desastre de Annual”,  se trató de una cadena de errores militares que llevó al sacrificio de unos 13.000 efectivos, entre soldados y oficiales  del ejército español en África, entre el 17 de julio y el 9 de Agosto de 1921, durante  la guerra del Rif, en el norte de Marruecos. El  General Martínez Silvestre, amigo personal del Rey Alfonso XIII, mando militar en la plaza de Melilla, encadenó una serie de decisiones erróneas desde el punto de vista de la estrategia militar, adentrándose en el Rif sin tomar precauciones, estableciendo posiciones defensivas aisladas e inconexas, lo que unido a la ausencia de suministros básicos en la tropa, que carecía de agua (se bebieron su propia orina para subsistir), alimentos, munición, calzado…, etc., generó una masacre, a manos de las cabilas rifeñas,  inexplicablemente dotadas de armamento por el propio ejército español, al mando del antiguo funcionario español en Melilla Abd El Krim, que atacaron en clara  superioridad los enclaves de  Igueriben y  Annual, donde se encontraba el grueso del ejército español. El general Silvestre ordenó que los 5.000 soldados de Annual emprendieran la marcha hacia Melilla. El repliegue fue caótico, y se convirtió en una trágica desbandada. Oficiales y tropa huyeron hacia la fortaleza de Dar Drius, mientras eran acribillados desde las alturas por los rifeños. Alrededor de 2.500 hombres murieron en unas pocas horas. Silvestre, según algunas versiones, se suicidó en su tienda en las primeras horas. No se pudo comprobar porque su cuerpo no apareció nunca. Los cerca de 3.000 supervivientes, a los que se les había unido efectivos de todas las posiciones cercanas en el camino hacia Melilla, llegaron días después, al fuerte de Monte Arruit, a unos 30 km de Melilla. Tras un nuevo asedio de diez días, el general Navarro, segundo de Silvestre, rindió la posición con la autorización del general Dámaso Berenguer, Alto Comisario de Marruecos y allí mismo  fueron masacrados. Apenas salvaron la vida 60 hombres que fueron hechos prisioneros en su mayoría.

Foto Merche Melilla
El desastre militar tuvo un eco político enorme en España, entre otras razones, porque los reclutamientos se nutrían de las clases sociales más bajas, ya que se podía evitar el llamamiento a filas mediante el pago de una cantidad de dinero. Se multiplicaron las protestas y manifestaciones.
El general de división malagueño  Juan Picasso González, (primo de la madre del pintor Pablo Ruiz Picasso),  fue designado por el Gobierno  para que investigara en la propia plaza de Melilla los hechos ocurridos, si bien se le impuso la limitación de que los acuerdos, planes o disposiciones del Alto Comisario de España en Marruecos, el General Dámaso Berenguer, estrechamente vinculado al Rey,  quedaran fuera de sus investigaciones, y que debía limitarse a los hechos realizados por los  oficiales y tropa, a lo que se opuso por carta al Ministro de la Guerra,  ofreciendo la posibilidad de que se le relevase de la comisión.

Foto Merche Melilla
Pero Picasso decidió no dimitir y se trasladó a Melilla, donde, con escasa ayuda, trabajó durante nueve meses, en los que tomó declaración a setenta y nueve personas, e intentó esclarecer los sucedido y delimitar las responsabilidades.

El 18 de abril de 1922, el general entregó un abultado  expediente conocido como el “expediente Picasso”, compuesto de 2.433 folios,  y un resumen final redactado por él mismo al Congreso. El escándalo estaba servido. Los diputados en el congreso mantuvieron agrias polémicas. Se designaron varias comisiones parlamentarias para depurar responsabilidades al más alto nivel, entre las que se incluían las del propio rey Alfonso XIII, amigo íntimo de Silvestre a quien habría animado a avanzar de forma irresponsable para llegar hasta la bahía de Alhucemas,  (aunque no se ha encontrado el telegrama, se cree que le felicitó por este medio con el texto “olé tus huevos”).

Tras diversas  filtraciones a la prensa y la opinión pública en las que se comentaba que pudiera tener responsabilidades el propio rey Alfonso XIII,  el 13 de septiembre, el general Primo de Rivera, con el apoyo del Rey,  dio un golpe de Estado y disolvió las Cortes,  abortando cualquier proceso de depuración. La dictadura enterró así el asunto, salvaguardó la imagen del rey y acabó definitivamente con las campañas de Marruecos en 1925, tras una alianza con Francia, en el desembarco de Alhucemas.

Foto Merche Melilla
Convencido de que Primo de Rivera quería destruir el expediente, el diputado Bernardo Mateo Sagasta lo rescató guardándolo durante la dictadura en la Escuela de Ingenieros Agrónomos, de la que era director, entregándolo de nuevo al Congreso en 1931. Tras vivir en el olvido durante la dictadura franquista, apareció en los archivos del Congreso en 1998, si bien de forma incompleta, posiblemente mutilado por los responsables.
El expediente puso de manifiesto la caótica situación del Ejército Español en África,  y delimitó la grave responsabilidad de los generales Silvestre y Berenguer (Alto Comisionado de España en Marruecos), ambos estrechamente vinculados al Rey Alfonso XIII, hasta el punto de que  el propio Rey designó a  Dámaso Berenguer jefe de la Casa Real en 1924 y  Presidente del Gobierno en 1930,  tras cesar a Primo de Rivera.
El 20 de noviembre de 1.931, Don Alfonso XIII fue procesado y condenado “in absentia” por el Congreso de los Diputados, por su responsabilidad en los hechos.
Como es fácil de imaginar, la figura del General Picasso ha sido objeto de diversas descalificaciones tan falsas como  interesadas. Se ha dicho que era republicano, protestante, masón… etc.,  pero nada de ello es cierto. Era una persona honesta, de gran rectitud, que demostró una enorme lealtad al Ejército y al Gobierno que le designó, al no admitir ningún tipo de presión política. Cuando le propusieron abandonar el expediente para ser ministro declaró “prefiero seguir siendo un  militar honrado”.
El 28 de junio de 1994, la viuda de Juan Carlos Picasso (nieto del General) y sus doce hijos, (la familia Picasso Martínez de Ubago), cedieron al Archivo histórico de la Ciudad Autónoma de Melilla, toda la documentación que el General empleó para la formación del expediente, que  hasta ahora obraba en su poder. En el legajo se incluye un resumen del expediente, con anotaciones manuscritas del General,  fotografías, planos, telegramas, informes, declaraciones de testigos… etc., un verdadero tesoro para consulta de los historiadores.

Tras casi 124 años, el día 12 de mayo de 2017, Melilla rindió homenaje al General Juan Picasso, poniendo su nombre a la antigua Carretera del Tiro Nacional, por ser justo el mismo lugar donde, en octubre de 1893, cabalgó en solitario para romper el cerco al que estaba sometida la ciudad tras la muerte del general Juan García Margallo y pedir ayuda. El presidente de la Ciudad Autónoma, calificó de “hazaña extraordinaria” y “acto heróico” el gesto del general Picasso, que le valió la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima condecoración militar. Para el acto se trasladaron a la Ciudad parte de su familia llegada de Madrid, Toledo, Granada y Málaga.

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