sábado, 20 de agosto de 2016

La protohistoria en Melilla

Museo de Arqueología e Historia de Melilla
El conocimiento que tenemos actualmente sobre los momentos referidos a la protohistoria o etapa previa a la entrada del territorio de Melilla y de sus gentes en los textos escritos, resulta muy desalentador. La escasez, la dispersión y la disparidad de datos en el área norteamericana no permiten por el momento establecer un registro estructurado de los más de tres mil años que transcurren entre el Neolítico y el mundo púnico. Si nos centramos en el área estrictamente melillense hay que apoyarse en hallazgos de los que no han quedado nada más que noticias en prensa o algún escueto informe. Destacamos de ellos las sepulturas de piedra ovaladas del barrio del Real con los esqueletos que portaban aretes de oro. Sin embargo, no contamos con descripciones certeras o con un dibujo de los adornos, lo que hubiera aportado algún indicio de identificación. El único paralelo que conocemos son los aritos o pendientes de bronce que el equipo de arqueólogos germano-marroquí recogió en uno de los túmulos de enterramiento de la pequeña necrópolis de Malu Sidi Lahsen, en la llanura del Guerroaou, y que se han clasificado de un segmento cronológico muy amplio entre la edad del Cobre y la del Bronce.

Museo de Arqueología e Historia de Melilla
También hay que relacionar en este apartado los fondos de cabaña con enterramientos del Bronce excavados en Melilla y, también de época protohistórica el hallazgo de unas presuntas tinajas de gran tamaño que servirían de enterramiento, llegando incluso a ser adscritas al mundo agárico que se desarrollaba entonces en el sur de la Península Ibérica. Sin embargo, de nuevo estamos ante un descubrimiento perdido y del que sólo contamos con un dibujo que puede responder a una idealización.

Museo de Arqueología e Historia de Melilla
Es cierto que en la protohistoria se atestiguan ya con seguridad los contactos entre las costas de ambos lados del Estrecho, por lo que aparecen en la zona norteafricana restos de cerámicas campaniformes en los horizontes de la edad del Cobre o Calcolítico. El vaso campaniforme tiene su origen en la península Ibérica y fue objeto de exportación como elemento exótico (sus modelos también fueron copiados), distribuyéndose hacia Europa y África. El gran interés de su aparición en Marruecos radica en que demuestra fehacientemente los contactos entre las dos regiones del Estrecho y la ruptura definitiva del aislamiento de un territorio que durante 20.000 años observó una gran continuidad en el modo de vivir, al parecer, en perfecta adaptación con el medio. En la cercanías de Melilla de nuevo se han hallado fragmentos campaniformes en los lugares ya citados de Hassi Ouenzaga y en otras cuevas cercanas.
Museo de Arqueología e Historia de Melilla

De momentos protohistóricos, entre el neolítico y bronce, son también la serie de hachas pulimentadas que documentamos en las prospecciones de Pallary en el lecho del río de Oro (una de ellas un hacha de omita) y de Fontenilles, la encontrada en el Uixan en 1929, la excavada por Enrique de Álvaro en 1994 y la que se conserva la colección Rutllant, todas ellas encontradas en la ciudad de Melilla.

Finalmente comentaremos que Posac hace adscripciones genéricas a momentos postneolíticos para algunas piezas halladas en la estación de Haddú y en la Piedra del Burro, sin concretar mucho más. Por lo demás dejamos a futuros estudios la cronología de yacimientos más cercanos a nosotros, como el de Sidi Guariach, que Tomassetti clasifica como protohistórico al contar con morfotipos posteriores al período neolítico. Entre los restos de El Zafrín de Chafarrinas y la necrópolis tardopúnica de San Lorenzo en Melilla, se desarrolla una edad oscura en nuestra prehistoria que representa un vacío o discontinuidad de más de tres mil años que deberá ser completado con futuras investigaciones.

(Extractos de Historia de Melilla, de Antonio Bravo y Pilar Fernández)

sábado, 13 de agosto de 2016

El Neolítico en Melilla

Museo de fósiles de Melilla
Desde el año 2000 en la zona nororiental de Marruecos y cota mediterránea de Melilla se vienen publicando nuevos hallazgos. Su investigación se ha desarrollado muy recientemente, viniendo a rellenar un vacío en la prehistoria regional, ya que entre el estrecho de Gibraltar y la región del oranesado argelino (unos 450 kilómetros) esta fáciles cultural era hasta el momento desconocida. señalaremos que estos nuevos yacimientos, tanto El Zafrín en Chafarrinas como el abrigo de Hassi Ouenzga en la llanura del Guerrouaou, están englobados plenamente dentro del grupo del neolítico mediterráneo cordial.

En la llanura del Guerrouaou, cerca de Afsó y a unos sesenta kilómetros al suroeste de Melilla, un equipo germano-marroquí dirigido por A. Mikdad y J. Eiwanger ha localizado y excavado a partir de 1996 varios yacimientos tanto al aire libre como en cuevas en los que han identificado asentamientos atenienses, iberomauritanos y neolíticos. Pero la importancia de los hallazgos estriba en que por primera vez en esta región se han excavado estratigrafías de épocas prehistóricas bien conservadas. El yacimiento de Hassi Ouenzga, "Fuente de las Gacelas", es un abrigo que domina un corredor o paso que comunica la cuenca del río Muluya con las costas del Mediterráneo, por lo que siempre ha tenido una gran importancia estratégica. La potencia estratigriáfica del yacimiento superó los 150 centímetros, destacando el nivel IV en el que aparecieron diversas cerámicas (algunas con decoración cordial) e industria lírica. Otros elementos recuperados fueron adornos, cuentas, perlas fabricadas con la cáscara del huevo de avestruz y útiles de hueso como punzones y agujas. Pero la originalidad de este yacimiento radica en la existencia de un nivel V más antiguo que el anterior, que ofrece cerámicas decoradas no cordiales, lo que parece indicar que hubo un momento neolítico anterior al cordial. Por otra parte, la fecha de radiocarbono obtenida para este yacimiento es considerada por sus investigadores como demasiada antigua al estar dentro del sexto milenio, lo que no encaja bien en el modelo dominante. Las excavaciones de este grupo de investigación continúan y seguirán aportando nuevos e interesantes datos en el futuro.

El otro yacimiento de referencia para el neolítico regional es El Zafrín, en las islas Chafarrinas a unos cincuenta kilómetros al este de Melilla. Se trata de un asentamiento al aire libre de unos mil metros cuadrados de extensión, lo que representa un tamaño medio si lo comparamos con los encontrados en la Península Ibérica de la misma época.

Museo de fósiles de Melilla
De los diferentes sectores arqueológicos localizados en el archipiélago hasta el momento, los trabajos se han centrado en el asentamiento al aire libre situado en el hombro sur de la isla del Congreso, la más occidental del grupo. En esta zona se han excavado hasta del momento cuadrículas con una superficie próxima a los 60 metros cuadrados, sobre una ladera con una pendiente del 7%. Pudo comprobarse que conservaba una estratigrafía cuya potencia oscilaba en un segmento de 20 a 170 cm, respecto del "punto cero" o referencia inicial de la superficie general del terreno. Se han realizado hasta el momento tres campañas de excavación, dos de ellas dirigidas por nosotros dentro del marco del Instituto de Cultura Mediterránea y una tercera que realizamos en colaboración con la Universidad de Valladolid. Ésta última ha contado con la codirección del profesor Manuel Rojo Guerra y ha estado dirigida por los arqueólogos Rafael Garrido e Iñigo García. Todos los resultados indican la existencia de un nivel de ocupación adscrito al círculo del neolítico mediterráneo cordial.

En el espacio abierto se han exhumado diferentes estructuras negativas, improntas sobre el terreno de las estructuras generadas por el hombre sobre la roca madre, con varios hogares y dos hoyos-cubetas de distinta morfología. Pero lo más destacado es la aparición de una estructura de habitación de contornos pseudocirculares con un aterrazamiento previo del terreno que ha supuesto una de las escasísimas representaciones de vivienda hallados en el neolítico español. En ella destaca una clara diferenciación del espacio según qué actividad se desarrollara en él: un hogar con varios molinos alrededor, restos de comida, cerámica, industria de sílex, etc., además de identificar un muro y varios hoyos de poste.

Museo de Arqueología e Historia de Melilla
La primera muestra de radiocarbono, que procede de la primera campaña, ha dado la cronología más elevada del asentamiento situándolo a principios de la segunda mitad del V milenio antes de Cristo. Otras muestras, de las campañas siguientes, arroja una cronología más moderna de finales del V milenio antes de Cristo, lo que sitúa cronológicamente El Zafrín dentro de un arco de cinco signos que comprende la segunda mitad del V milenio a.C.

Los materiales exhumados son muy numerosos. Desde un punto de vista arqueozoológico se observan restos óseos producto del consumo de carne tanto de animales domésticos, especialmente ovicaprinos, como salvajes. Se identifica en la dieta la explotación intensiva de los recursos marinos y así podemos advertir tanto la presencia de huesos de focas, así como de una amplia tipología d peces, esperados, serránidos como son los meros, doradas o largos y que en varios casos alcanzarían los 4 y 5 kilos de peso, sin desdeñar los moluscos marinos o lapas, como son las patella ferrugínea, patella safianas (las más abundantes), patilla caerulea y patilla lusitánica, éstas estudiadas por el profesor de la Universidad de Granada Juan Antonio González y el especialista en medio marino Isidoro Bueno, que señalan como las idlas aún conservan grandes patellas que se pueden contemplar hoy día sin dificultad. También existen multitud de caracolas terrestres o Sphincterochilla sp., que presentan una perforación sistemática en todos los casos en su ápice con el fin del extraer el alimento.

Museo de Arqueología e Historia de Melilla
Del escaso residuo polínico conservador podemos deducir que la vegetación que rodearía el asentamiento neolítico de El Zafrín estaría formado, como mínimo por modales de encinas /coscojas y pinos, acompañados de matorrales de efedras y jaras. Asimismo,  en los lugares en los que la acción del hombre fue más intensa, proliferarían los prados naturales o antrópicos, junto a espacios abiertos para el cultivo agrícola y el pastoreo. Destaca la incipiente explotación de cereales, cebada, en un medio semisilvestre, lo que está en consonancia con los diversos molinos de mano que se han recogido en excavación y prospección.

En la campaña de 2004 el 15% de la cerámica está decorada con patrones sencillos (espigas, líneas oblicuas en dirección alternante, etc) y en técnicas cardial, impresa y también en el que se denomina "aterciopelado". Este último tipo de ornamento es muy frecuente en el material cerámico procedente de este yacimiento, y consiste en arrastrar por la pasta aún fresca el dorso de una concha con estrías, que deja el característico patrón lineal. En ocasiones con esta técnica se ejecutan patrones desordenados o un tanto descuidados, que no dejan traslucir intención ornamental alguna, sino un acabado superficial. Sin embargo, en otros casos la ejecución de diseños geométricos es tan evidente que no se puede discutir que nos encontramos ante una técnica decorativa, que suele disponerse generalmente en la cara interna, aunque no faltan ejemplos de su aparición en el exterior, o incluso en ambas caras. Tampoco es frecuente su comparecencia junto a otras técnicas y motivos en el mismo recipiente.

Las formas son sencillas, con las ollas y cuencos como protagonistas principales, junto a algunos vasos de cuello indicado y perfiles en S. Es también destacable la aparición de recipientes de grandes dimensiones, claramente realizados para el almacenaje. Otros elementos identificados con fines de almacenamiento han sido los huevos de avestruz.

Museo de Arqueología e Historia de Melilla
En cuanto a la industria pulimentada destaca el claro protagonismo de los molinos y manos de molino, relacionados con actividades de molienda desarrolladas en la cabaña y sus aledaños. Sólo escapa a este predominio un magnífico ejemplar completo de hacha pulimentada, que se descubrió en el interior de una oquedad practicada en la pared rocosa más profunda de la cabaña. Hasta el momento echamos en falta industria ósea.

En lo que se refiere a la industria lítica tallada destaca el predominio de los restos de talla, sobre las piezas retocadas, que indican claramente que se trabajó en el yacimiento. En este mismo sentido, llama la atención la abundancia de lascas de decorticado y de restos de talla con córtex. Aunque muy por detrás, destaca también la importante presencia de perforadores que no resulta disparatado relacionar con la explotación de los moluscos, tan abundantes en el registro arqueológico del yacimiento. Menos frecuentes son los raspadores, con 12 ejemplares, entre los que destaca un auténtico microrraspador. Los restantes tipos son claramente minoritarios, pero por su interés cronotipológico, destacaremos la presencia de tres microbios segmentos y un cuchillo de dorso. El panorama se completa con algunas muescas, núcleos agotados y fragmentos de laminitas.

Museo de fósiles de Melilla
Finalizaremos señalando que los lugares de ocupación de las gentes neolíticas fueron diversos, tanto en cueva como al aire libre. Sin embargo, de los hallazgos regionales parece deducirse que con el paso del tiempo se abandona el hábitat de montaña a favor de los lugares llanos, reduciéndose los emplazamientos a las zonas con existencia de agua dulce. Sin embargo, parece que la población neolítica regional se reduce drásticamente con respecto al número de estaciones epipaleolíticas que conocemos y salvo los dos yacimientos comentados, apenas si podemos añadir otras leves referencias. Este es el caso del abrigo de Taghit Haddouch que cuenta con un nivel neolítico con cerámicas decoradas no cordiales y de un yacimiento cercano a la localidad de Cabo de Agua prospectado por Posac en los años cincuenta. En ambos casos sin referencias radicarbónicas.

(Extractado de Historia de Melilla, de Antonio Bravo Nieto y Pilar Pérez Uriel)

sábado, 6 de agosto de 2016

El Paleolítico en Melilla

Paleolítico Inferior
Museo de Arqueología e Historia de Melilla
La secuencia cronológica que se utiliza actualmente está establecida por Pierre Biberón para la zona atlántica marroquí. Existe una fase preachelense de cantos trabajados que se desarrolla desde 1.800.000 años antes del presente a 650.000 años antes del presente y un achelense propiamente dicho que se identifica entre 650.000 años antes del presente y 120.000 años antes del presente y se caracteriza por las hachas bifocales y achuelas. Esta industria evolución posteriormente generando unos útiles sobre lasca más complejos, con triedros, hendedores, raederas, cuchillos de dorso y raspadores.

Recordemos que en la ciudad de Melilla, Posac encontró algunos bifaces en el arroyo Mezquita y un hacha bifacial cerca del arroyo de Sidi Guariach. J. Mª. Tomassetti también documenta un hendedor tipo 1, según la tipología de Jacques Tixier, en el mismo arroyo de Sidi Guariach. Por su parte, ya en Marruecos, el mismo Posac encontró varias piezas en la playa de Yazanen que podrían adscribirse a este mismo período. Recientemente, los arqueólogos Abdevlam Mikdad y Joseph Eiwanger localizaron en prospección una amplia serie de bifaces pertenecientes al achelense evolucionado en la zona marroquí de Inantarás-Iammorenne. Este período sigue ofreciendo fuertes incógnitas pues ninguno de los hallazgos ha sido establecido en una excavación estratigráfica.

Paleolítico Medio y Superior
Museo de Arqueología e Historia de Melilla
El final del paleolítico inferior representa el fin de la hegemonía del hacha de mano sustituida por útiles más especializados, habitualmente preparados para enmangar. La existencia del Musteriense en el norte de África ha sido asumida plenamente por todos los investigadores, lo que plantea un problema en torno a la existencia o no de neanderthales en esta zona geográfica, hecho que admiten los autores clásicos como M. Almagro y L. Balou. Recientemente, se ha planteado la posibilidad que tanto Musteriense como Ateriense formen una unidad cultural con diferentes manifestaciones materiales.

Sobre el sustrato musteriense, caracterizado por un tipo de industria lítica fabricada con una técnica muy elaborada que se denomina Levallois, y en un contexto climático de una gran humedad, aparece el horizonte cultural del mundo Ateriense. Esta facies fue bautizada así por M. Regases en 1922 y arranca del paleolítico medio ocupando también gran parte del paleolítico superior. El nexo entre musterienses y atenienses parece situarse en torno a 32.000/30.000 años antes del presente, tal y como lo señaló Jean Roche en la cueva de Taforalt, aunque las excavaciones de Mikdad y Eiwanger en Ifi n'ambar al suroeste de Melilla, parece elevar la cronología del Ateriense antiguo a 40.000 años antes del presente. En este sentido hay que esperar a la finalización de las campañas y a las conclusiones definitivas de este equipo de arqueología para establecer una cronología definitiva sobre este asunto. Por otra parte, tampoco descartan atribuciones meramente instrumentales de esta industria que sería producto de las necesidades del hombre en determinadas circunstancias aún por definir.

Museo de Arqueología e Historia de Melilla
La industria Ateriense se caracteriza por un complejo de láminas de técnica Levallois y entre sus morfotipos se encuentran piezas bifocales foliáceas que cuentan con un característico pedúnculo que singulariza una gran proporción de las armas y utensilios de esta industria. Antropológicamente nos encontraríamos ante individuos de complexión fuerte, sin duda expertos cazadores muy especializados que utilizaban puntas de lanza y jabalinas. En la región cercana a Melilla, Posac encontró cinco yacimientos que pueden adscribirse a este período. Tres de ellos cuentan con piezas elaboradas con la técnica levallois o musteriense: Tazuda, Sidi Taquirás y Barranco del Lobo, y otros dos presentan claramente las piezas con el característico pedúnculo ateriense: Haddu y Sidi Mesaud que está junto a la costa. Enrique Gozalbes ha analizado los fragmentos encontrados por Posac y establece que las piezas pedunculadas son menos numerosas (de 3% al 5%), que las que aparecen en las colecciones de yacimientos argelinos, lo que equipara este Ateriense con el de la zona oriental marroquí de Taforalt o Ain Fritissa.

En marzo de 2003, los arqueólogos Roberto Redondo y Luis del Caño realizaron un estudio del yacimiento de Huerta de Reyes junto al aeropuerto de Melilla, adscribiendo sus etapas de ocupación más antigás a este horizonte cultural localizando varias piezas pedunculadas.

Paleolítico Superior y Epipaleolítico
En el paleolítico superior perdura el Ateriense hata el 18000 a.C., momento en el que desaparece en un momento climático de fuerte aridez en el que se impone un paisaje con vegetación más abierta que en el período anterior. Es entonces cuando encontramos un nuevo horizonte cultural, denominado Iberomauritano, tal y como lo bautizó Paul Pallary en 1909. En esos momentos se produjo un recalentamiento de la tierra cuya principal consecuencia fue la transgresión Flandriense o ascenso del nivel del mar, que culminará en etapas cercanas al tercer milenio a.C., si bien la línea de costa continuó fluctuando en épocas históricas.

Museo de Arqueología e Historia de Melilla
Las gentes iberomauritanas presentan unas características físicas muy específicas que, según autores como Muzzolini, deben explicarse por el supuesto aislamiento de los mismos en la región del Magreb. Esta etnia sería la Mechta el Arbi, el homo sapiens relacionado con el Cromagnon que se superpone o evoluciona a partir de la población ateniense. Los iberomauritanos eran hombres de complexión fuerte y gran talla que practicaban unas características mutilaciones dentarías en los incisivos superiores que sin duda les dotó de un aspecto peculiar. David Lubell ha estimado que su presencia en la región abarcaría desde el 18000 a.C. al 5500 a.C., cronología que ha sido aceptada por otros autores.

Los iberomauritanos comparten el área norteafricana con gentes pertenecientes a otro horizonte cultural llamado Capsiense, cuyas características no abordamos aquí al quedar sus zonas de habitación un tanto alejadas de la región de Melilla y no existir constancia de ningún yacimiento de este círculo cultural en nuestra zona.

Los yacimientos iberomauritanos se caracterizan por la aparición de un utillaje lítico arcaico y restringido en el número de piezas. Se trata de útiles muy pobres: microlitos, láminas de borde abatido, muescas con denticulados y microburiles y es característica la ausencia de los microlitos geométricos, rasgo característico del Capsiense. A este grupo no se le conocen actividades artísticas, aunque recientemente Mikdad y Eiwanger han descubierto un astil de gacela con decoraciones incisas perteneciente a este período.

Restos fósiles - Museo de Fósiles de Melilla
En la región de Melilla, Posac descubrió siete yacimientos iberomauritanos: Taxi el Arbi, Río Nano, Kerker, Puente Yazanen, Haduba, Taxdirt y Buhakeka, hecho que delata una abundante población en la región de Melilla durante este período. Posteriormente, Enrique Gozalbes tabuló la colección de piezas del Kerker y señalaba que en el conjunto existían pocos raspadores, los denticulados eran poco numerosos y las láminas representaban el 60% del total, lo que determinaría un Iberomauritano III, o sea, evolucionado o tardío.

Por su parte Mikdad y Eiwanger han excavado recientemente en Hassi Ouenzga tres niveles de Iberomauritano que han sido datados mediante técnicas de radiocarbono con los siguientes intervalos: antiguo del 16000 al 13000 a.C., medio del 13000 al 10000 a.C. y evolucionado, del 10000 a 7000 a.C.

(Extraído de Historia de Melilla de Antonio Bravo Nieto y Pilar Fernández Uriel)

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